Neuroeducación V

Continuamos hablando de nueroeducación, en esta ocasión de la importancia de las emociones en el proceso de aprendizaje. ¿Por qué? Porque eso de que “la letra con sangre entra” ya no sirve. Numerosos estudios confirman que sólo aprendemos aquello que nos emociona y nos intriga.

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Como hemos visto en entradas anteriores, existe una jerarquía en la respuesta a los inputs sensoriales. Cualquier input que tenga mayor prioridad, disminuye el procesamiento de los otros estímulos menos relevantes:

  • Mayor prioridad: Estímulos referidos a supervivencia. Esta asociación entre memoria y emoción queda demostrada por lo que se conoce como “memorias de impacto”. Estas son aquellas que se establecen al momento ante la vivencia de un suceso vivido de gran intensidad. Estos hechos activan tantísimo la amígdala que favorecen que su aprendizaje y recuerdo sea rápido e indeleble. La evolución y la selección natural han hecho que conservemos los sistemas de memorias que necesitamos para nuestra supervivencia, especialmente las de los recuerdos emocionalmente negativos. Esto nos garantiza no volver a cometer esos errores o estar alerta cuando es necesario. Aunque ahora no nos enfrentamos a tigres, tenemos amenazas equivalentes: miedo, ridículo, ser un fracasado frente a los compañeros…
  • Prioridad media: La información con contenido emocional. Las emociones pueden fortalecer la memoria por eso hay que saber utilizarlas con inteligencia. Como una persona se sienta en las situaciones de aprendizaje determina cuánta atención podrá prestar, ya que las emociones interactúan con la razón para apoyar o inhibir el aprendizaje. Aunque la información fluye en ambos sentidos, hay más inputs desde la amígdala a la corteza que al contrario. Esto asegura una repercusión mayor de las emociones.
  • Menor prioridad: El resto de estímulos. Vigilemos que los nuevos aprendizajes de la escuela no acaben en este nivel.

De esta información se desprenden conclusiones muy importantes a tener en cuenta:

  • Clima emocional: Las emociones que los estudiantes asocian a la experiencia de aprendizaje forman parte de la memoria no declarativa.  El cómo se sienten en la situación de aprendizaje puede acercarlos o alejarlos de experiencias de aprendizaje futuras. Este clima emocional está relacionado directamente con el clima de la clase, el cual está regulado por el profesor/a.
    • Sentimientos positivos: La liberación de endorfinas crea un sentimiento de euforia y estimula el lóbulo frontal (LF), haciendo que la experiencia de aprendizaje sea más placentera y exitosa.
    • Sentimientos negativos como el estrés: La liberación de cortisol activa el comportamiento de defensa y reduce la actividad del LF para focalizarse en la fuente de estrés, por lo que la atención al aprendizaje se reduce notablemente. Genera niveles moderados de estrés que les estimulen pero no que sean amenazantes y bloqueantes.
  • Conectando contenido a las emociones: Es más probable que aprendan el contenido en el cual ellos han tenido una inversión emocional. Hay que usar estrategias y actividades que involucren a los alumnos de una manera emocional: simulaciones, rol-playing, experimentos…
  • Gestión emocional: Cuando las emociones se expresan, todos los sistemas se unen y forman un todo. Cuando las emociones se reprimen, se niegan o no se permite su despliegue, nuestras vías se bloquean. Es por ello que es bueno entablar una abierta reflexión acerca de las causas de sus estados de ánimo, técnicas de manejo de estrés, resolución de conflictos, etc.
  • Trabajo cooperativo: Las situaciones sociales también pueden ser una fuente de  estrés. Los estudios sugieren que la situación en el aula o las jerarquías sociales pueden cambiar y modificar la química del cerebro.  Es importante fomentar el compañerismo y cambiar los grupos de trabajo cada 3-6 semanas para asegurar que todos tengan una oportunidad de encontrarse y trabajar con los demás en una diversidad de papeles de liderazgo y apoyo.

Como vemos la separación entre cognición y emoción es historia. La emoción y la razón no son opuestas.

“Una correcta educación no ignora las emociones, las abarca.”

Bibliografía consultada: Sousa, D.A. (2011). How the brain learns. California: Corwin; McGaugh, J.L. (2013). Making lasting memories: Remembering the significant. Proc Natl Acad Sci USA, 110 (2), pp. 10402-10407; Limonero García, J. T. (2001). Cognició i emoció. Barcelona: Editorial UOC; Jensen, E. (2010). Cerebro y aprendizaje: Competencias e implicaciones educativas. Madrid: Narcea: Mora, F. (2013). Neuroeducación: Solo se aprende aquello que se ama. Madrid: Alianza editorial; Rosenzweig, M. R., Breedlove, S.M. y Watson, N.V. (2005). Psicobiología. Una introducción a la neurociencia conductual, cognitiva y clínica. Barcelona: Editorial Ariel.

Judith Mata

Psicóloga General Sanitaria / Neuropsicóloga (col. 22.407)

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