Algunos neuromitos III

Vamos con la última entrada acerca de los neuromitos. Hoy abordaremos la creencia extendida de la existencia de periodos críticos rígidos y la importancia de exponer a los niños menores de 3 años a ambientes enriquecidos con el fin de que desarrollen plenamente sus potencialidades. Os animamos, a completar esta monografía con la lectura de las dos anteriores entradas:

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En 1996 Hillary Clinton convocó una conferencia de prensa para hablar sobre el desarrollo temprano del niño, en ella afirmó  que ahora sabíamos mucho acerca de cómo se desarrollaba el cerebro humano y  de la importancia  de las experiencias entre el nacimiento y los 3 años para formar ciudadanos pacíficos o violentos, trabajadores comprometidos o indisciplinados… Citó estudios, pidió a los médicos que animaran a los padres a leerles a sus hijos pequeños y exigió una mayor inversión en los niños de edades inferiores a los 3 años.

Algunas guarderías modificaron sus currículos con la idea de enriquecer al máximo la experiencia escolar: alargaron las jornadas escolares, atiborraban a los niños de distintas experiencias sensoriales e incluso a algunos, comenzaron a enseñarles una segunda lengua, matemáticas avanzadas, lógica y música. Todo ello con el fin de crear un entorno enriquecedor que lograra un óptimo desarrollo cerebral.

Pero también en Europa se tomaron esto muy en serio. En el año 1999, el gobierno británico presentó sus Objetivos del Aprendizaje Temprano. Para muchos expertos éstos eran estrictos y excesivos.

Los argumentos a favor de esta idea eran los siguientes:

  1.    Durante la primera infancia se produce un incremento enorme en el número de conexiones neuronales.
  2.    La existencia de periodos críticos en los que la experiencia determina el desarrollo del cerebro.
  3.    Los entornos enriquecidos provocan la formación de más conexiones neuronales que los entornos empobrecidos.

Es cierto que en el cerebro de los niños sucede una enorme proliferación sináptica o sinaptogénesis. También es cierto que existe posteriormente, una poda sináptica, aunque ésta es totalmente normal y necesaria para un correcto desarrollo. No se trata de una “terrible poda”. Sin embargo, esta sinaptogénesis varía a lo largo del ciclo vital y se muestra distinta según las regiones cerebrales. Es por ello, que el mito respecto 3 años como un periodo crítico del aprendizaje no es cierto. A pesar de que la educación en los años tempranos es importante, esto no significa que la mayor parte de la educación de una persona se limite a estos primeros años de la infancia. Lo único que ha provocado es ansiedad en algunos padres, quienes exponen a sus hijos a una enorme cantidad de estímulos con el fin de frenar o mitigar la temible poda neuronal.

Por otro lado, desde hace más de 30 años, sabemos que un animal requiere ciertos tipos de estimulación ambiental en momentos específicos (periodos críticos) durante su desarrollo para que se formen con normalidad los sistemas sensoriales y motores del cerebro. Estas conclusiones fueron alcanzadas gracias a un experimento de privación visual durante 3 meses realizado a gatos recién nacidos. De hecho, este estudio llevó a Torsten Wiesel y David Hubel a ganar un premio Nobel en 1960. Este argumento es citado para sugerir la importancia de la educación en las primeras etapas de la vida. Sin embargo, ciertos estudios también demostraron que puede existir cierta recuperación según la duración del periodo de privación y las circunstancias posteriores de la misma. Por eso ahora, no se cree que los periodos críticos sean rígidos e inflexibles. Actualmente se habla más de períodos sensibles, que comprenden cambios sutiles en la susceptibilidad del cerebro de ser moldeado o modificado por experiencias que se producen a lo largo de la vida. La falta de experiencias tempranas tiene consecuencias pero estas no son permanentes e inmodificables. Se pueden adquirir habilidades después del periodo sensible, aunque entonces éstas serán ligeramente distintas e incluso se sustentarán en vías cerebrales diferentes a las que se habrían desarrollado durante el periodo sensible.

La existencia de estas ventanas de aprendizaje rápido existen, pero la propia experiencia las cierra. Y esto es útil (al igual que la poda sináptica). La afinación de ciertas distinciones y la pérdidas de otras es útil para poder realizar el procesamiento rápido de estímulos importantes y relevantes de nuestro entorno concreto. Se trata de dosificar nuestros recursos de aprendizaje a aquello que no es útil en nuestro funcionamiento.

El mito del ambiente enriquecido surge de un experimento con ratas donde se observó que un ambiente complejo aumentaba la densidad sináptica de las mismas, en comparación al grupo de ratas aisladas o en un entorno pobre. El problema surge al extrapolar estos resultados sin pararnos a analizar este experimento más detenidamente. El entorno enriquecido del laboratorio era realmente más parecido al entorno normal, por lo que en vez de decir que “cuanto más enriquecido el entorno, mejor”, sería más correcto decir que un entorno normal da origen a más conexiones sinápticas que un entorno precario. Es decir existe un umbral de riqueza ambiental por debajo del cual un entorno precario podría dañar el cerebro de un bebé, creando retrasos en el aprendizaje de destrezas como andar, hablar, desarrollo cognitivo, emocional o  social. En resumen lo que necesita un niño es un ambiente normo-estimulado donde haya espontaneidad, placer, juego y contacto con otras personas.

Bibliografía consultada: Geake, J. (2008). Neuromythologies in education. Educational Research, 50 (2), 123-133; S.J. & Frith, U. (2011). Cómo aprende el cerebro, las claves par la educación. Barcelona: Editorial Planeta; Mora, F. (2013). Neuroeducación: Solo se aprende aquello que se ama. Madrid: Alianza editorial.

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Judith Mata

Psicóloga General Sanitaria / Neuropsicóloga (col. 22.407)

ALGUNOS NEUROMITOS II

Continuamos con esta interesante y necesaria monografía acerca de los neuromitos más entendidos. En la entrada anterior tratamos el famoso “sólo usamos el 10% de nuestra capacidad cerebral” y “Existencia de inteligencias múltiples aisladas”. Hoy abordaremos otros dos muy conocidos: “personas de cerebro izquierdo VS de cerebro derecho” y “aprendizaje visual, auditivo y cinestésico ¿cuál es tu estilo?”

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Como en los anteriores neuromitos, su origen se basa en la mala interpretación de unos resultados obtenidos en laboratorio. Si alguien se te acerca vendiéndote programas en base a estas teorías, agárrate bien los bolsillos, porque el interés de esta persona reside únicamente en lo que guardas en ellos.

         ¿Eres un “cerebro izquierdo” o  un “cerebro derecho”?

Este neuromito nace de la mala interpretación de resultados de laboratorio donde se han observado diferencias funcionales entre los dos hemisferios cerebrales. De ahí, se ha extrapolado que hay personas con predominancia derecha y otros con predominancia izquierda. Y lo más grave todavía, se ha creído que ya desde niños existe esta diferencia y no hacer la distinción a la hora de enseñarles, puede suponer un perjuicio.

A pesar de que podemos observar diferentes estilos de procesar la información por parte de ambos hemisferios (izquierdo-detalle y derecho- holística), no somos “de cerebro izquierdo” o  “de hemisferio derecho”,  esto es psicología popular, no científica. Ambos lados del cerebro funcionan juntos en casi todas las funciones. No somos de cerebro izquierdo o derecho, sino de los dos. No hay dicotomía entre cerebros, la transferencia entre ellos es constante gracias al cuerpo calloso. Por lo tanto, las funciones  son producto de la función conjunta de ambos hemisferios.

A pesar de que las técnicas de neuroimagen revelan regiones con mayor activación o dependencia hemisférica frente a ciertas tareas, la mayoría de funciones requieren del funcionamiento paralelo de ambos hemisferios, al fin y al cabo se trata de un sistema integrado con una alta conectividad funcional. Sin esta relación inter-hemisférica no podríamos encontrar soluciones prácticas y creativas a los problemas reales.

         Aprendizaje visual, auditivo y cenestésico ¿cuál es tu estilo?

Indudablemente existen diferencias individuales en cuanto a la agudeza perceptiva basada en las diferentes modalidades sensoriales. Pero eso no significa, que el aprendizaje deba limitarse o restringirse a este “sentido superior”.

Las pedagogías multisensoriales  están apoyadas por los resultados observados en fMRI. El procesamiento bimodal tiene un efecto aditivo (ver y oír una información  funciona mejor que sólo verla u oírla). Este efecto también se observa a nivel comportamental, de hecho en los primeros años de escolarización esto se tiene muy cuenta. Sin embargo, esta pedagogía “natural” se ve amenazada por la promulgación de la idea de diferentes estilos de aprendizaje.

A pesar de una falta de evidencia, algunas escuelas (cada vez menos) se decantan por modelos de aprendizaje basados en las diferentes modalidades sensoriales, especialmente: visual, auditivo y cenestésico (VAC). La idea es que los niños pueden ser evaluados para conocer su estilo de aprendizaje dominante: V, A o C. Algunas escuelas van más allá y los agrupan según esto. La hipótesis subyacente es que la información de cierta modalidad sensorial es procesada por el cerebro de una manera  independiente al resto de modalidades sensoriales. Numerosas investigaciones concluyen que esta asunción es errónea. De hecho, esta modalidad de aprendizaje puede interferir en la interconectividad del cerebro, afectando a distintos aspectos académicos.

A pesar de que la vista y el oído son nuestros sentidos más desarrollados, nuestro cerebro no aprende por una única vía sensorial. Los diferentes imputs que recibe el cerebro están interconectados: lo visual con lo auditivo, lo auditivo con lo motor, lo visual con lo táctil, etc. De hecho esto tiene unas claras razones evolutivas, el hecho de tener varios órganos sensoriales permite ampliar la percepción del mundo. Hablamos entonces de experiencias sensoriales transmodales. Por ejemplo aprender una lengua, requiere la combinación de información, visual, auditiva y cinestésica, además de memoria, emoción, pensamiento, motivación.

Cualquier programa que pretenda clasificar a los niños y modificar la enseñanza a favor de diferentes estilos de aprendizaje no ha mostrado ninguna mejora en su aprendizaje. De hecho la separación potenciando unos u otros talentos perjudicaría el desarrollo de otras capacidades y por ende su desarrollo global.

En la próxima y última entrada, abordaremos la existencia de periodos críticos  y la presión actual a exponer a los niños (especialmente antes de los 3 años) a ambientes “enriquecidos” por miedo de que si no hacemos esto, no van a desarrollar todas sus potencialidades.

Bibliografía consultada:

Geake, J. (2008). Neuromythologies in education. Educational Research, 50 (2), 123-133; Blakemore, S.J. & Frith, U. (2011). Cómo aprende el cerebro, las claves par la educación. Barcelona: Editorial Planeta; Mora, F. (2013). Neuroeducación: Solo se aprende aquello que se ama. Madrid: Alianza editorial; Riener, C. & Willingham, D. (2010). The mith of learning styles. Change: the magazine of higher learning, 42 (5);Sharp J.G.; Bowker, R. & Byrne, J. (2008). VAK or VAK‐uous? Towards the trivialisation of learning and the death of scholarship. Research papers in education, 23 (8).

Judith Mata

Psicóloga General Sanitaria / Neuropsicóloga (col. 22.407)

ALGUNOS NEUROMITOS I

En los últimos años parece que todo lo que contiene la palabra “neuro” está de moda. Es normal este creciente interés por el cerebro, ya que toda conducta es producto mental que a su vez es producto de un proceso cerebral subyacente. Pero, cuidado antes de aceptar y aplicar ciertas teorías si no queremos ser una víctima más de los “Neuromitos”.

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La década de 1990-2000 fue llamada la “Década del cerebro” en los Estados Unidos.  El avance en la neurociencias fue impresionante, pero como decíamos antes, debemos ser críticos frente a cualquier teoría. Debemos preguntarnos quién o quiénes están detrás de cada artículo, qué metodología se ha usado, dónde se ha publicado, ¿describe hechos o evalúa hipótesis?, ¿se trata los resultados de un único estudio o es un metanálisis?, qué evidencia científica hay detrás, etc.

La mayoría de neuromitos tienen su origen (al menos en parte) en una evidencia científica, el problema surge cuando se extrapolan o mal interpretan los resultados observados en el laboratorio. A continuación trataremos 2 de los neuromitos más populares en nuestra sociedad.

         Sólo usamos el 10% de nuestro cerebro

Posiblemente el neuromito por antonomasia. Y aunque ha demostrado ser totalmente falso es increíble ver lo extendido que está en nuestra sociedad. Analicémoslo detenidamente.

El origen de este neuromito nació en 1920 durante una entrevista radiofónica a Albert Einstein, quien usó esa expresión con el fin de animar a los oyentes a pensar más. Posteriormente, varios publicistas tras la Segunda Guerra Mundial repartieron folletos por las casas con esta malinterpretación, convirtiéndola en un eslogan. Tras esto, ha ido aumentando su credibilidad popular por ejemplo mediante la película “Lucy”.

La evidencia demuestra cómo nuestro cerebro está siempre “ocupado”, incluso cuando algunas neuronas no están involucradas en el procesamiento de alguna información, están activadas de algún modo. Consecuentemente, el neuromito de que sólo usamos un 10% de nuestra capacidad es falso.

Utilizamos prácticamente el 100% de nuestro cerebro casi todo el tiempo. Esto es así porque éste se encuentra densamente interconectado. El cerebro representa el 2% de nuestro peso y consume el 20% de la energía. Si se usara sólo un 10% no tendría sentido que la evolución hubiera favorecido el desarrollo de un órgano tan ineficiente.

De hecho, si tú usaras sólo un 10% de tu capacidad cerebral, sería lo mismo que decir que te encuentras en un estado vegetativo tan crítico que dependes de máquinas para seguir vivo.

       Existencia de inteligencias múltiples aisladas

En 1993 Gardner dividió la cognición humana en 8 tipos diferentes de inteligencias: lógico-matemática, lingüística-verbal, interpersonal, viso-espacial, naturalista, musical, corporal-cinestésica e intrapersonal. Pero alrededor de 2500 años antes, Platón ya remarcaba la importancia de un curriculum balanceado caracterizado por 6 asignaturas para conseguir un desarrollo pleno general: lógica, retórica, aritmética, geometría-astronomía, música y gimnasia-danza (más tarde se añadió la meditación) . Por lo tanto, la idea de las Inteligencias Múltiples, no es nada nuevo.

Esta idea no significa que cada una de estas habilidades sea independiente del resto, no. Cada función cognitiva depende del resto, entenderlas como algo aislado supone una enorme simplificación. Dicho con otras palabras, no existen inteligencias múltiples sino múltiples aplicaciones de una misma inteligencia multifacética. Debemos recordar que las regiones cerebrales están tremendamente interconectadas, por lo que es improbable que estas inteligencias sean independientes. De hecho, los estudios de neuroimagen no apoyan esta teoría.

Evidentemente todos tenemos habilidades específicas, especialmente en aquellas actividades a las que le hemos dedicado mucho tiempo, en comparación con otras ya que detrás de ellas se encuentra una adaptación funcional de nuestro cerebro. Pero eso no significa que los currículums escolares deban adaptarse a cada alumno por sus puntos fuertes, no. Debemos darles una amplia gama de oportunidades de aprendizaje y apoyarnos en las fortalezas para mejorar los puntos débiles. Centrarnos sólo en puntos fuertes supone limitar el desarrollo general.

Hasta aquí la entrada de hoy, os animamos a estar atentos a los próximos artículos donde trataremos otros neuromitos muy extendidos en nuestra sociedad, como por ejemplo la existencia de periodos críticos o la importancia de ambientes enriquecidos antes de los 3 años. También te ayudaremos a saber si eres un “cerebro izquierdo” o por contra un “cerebro derecho”. ¿Aprendes de una manera únicamente visual, auditiva o cinestésica? Sigue leyendo si no quieres ser una víctima más de los neuromitos…

Bibliografía consultada:

Geake, J. (2008). Neuromythologies in education. Educational Research, 50 (2), 123-133; Blakemore, S.J. & Frith, U. (2011). Cómo aprende el cerebro, las claves par la educación. Barcelona: Editorial Planeta; Mora, F. (2013). Neuroeducación: Solo se aprende aquello que se ama. Madrid: Alianza editorial.

Judith Mata

Psicóloga General Sanitaria / Neuropsicóloga (col. 22.407)